Pareciera este un tema fácil y demasiado obvio, pero creo que para nada. De entrada: ¿Perfectos según quién?
Cuando escuchamos la palabra “placer” , la mayoría pensamos en sexo. Y si, que rico. ¿A quién no le gusta darle rienda suelta al instinto, olvidarse de la razón y descansar en su deliciosa parte animal? Que alivio, que desahogo, que morbo atrevernos a ir más allá de lo que consideramos “correcto” o “permitido”. Nos encanta jugar con estos términos y sentir que rompemos nuestras propias reglas.
El sexo es una forma de liberación momentánea. Por eso es que nos produce tanto placer. Bien dicen que el órganos sexual más excitante es la mente…
“El placer depende de la capacidad que tenemos cada uno para experimentarlo”.
¿Qué tantos prejuicios tenemos? ¿cuántas ideas pecaminosas todavía rondan alrededor del sexo?
Ahora, si el sexo logra ir acompañado de un sentimiento, si va involucrado el corazón de dos personas, ¡wow! A eso se le llama “hacer el amor”. Aunque en realidad, el amor ya está hecho. Ja, ja, ja. Simplemente creo que lo recreamos experimentándolo a través de esa inexplicable y extasiante corriente eléctrica que fluye por todo nuestro sistema y sintiendo una conexión con el alma del otro a través de la piel, pero más allá de nosotros mismos. ¿Saben a lo que me refiero, verdad? ¡Espero que sí!
“El amor es un regalo, un privilegio que todos buscamos pero que llega en el momento perfecto para cada quien”.
Hay quien dice que sólo tiene sexo cuando tiene pareja… que de lo contrario le parece algo vacío. Me parece muy respetable esa postura . Yo ya pasé por todas las habidas y por haber. (Me refiero a las formas de pensar, no a otras posturas… Bueno, también) Ja, ja, ja.
El sexo es algo natural, un juego de la química, de las señales que manda nuestra mente y nuestros más profundos deseos. Lo más sano es dejarse llevar por lo que uno siente sin dejar nunca de lado la responsabilidad.
Ahora, cuando algo nos sobrepasa, entonces deja de ser algo libre, algo natural y se convierte en una jodida prisión. ¡Aguas!
Cada cabeza es un mundo y cada quien tiene la libertad de hacer lo que más le guste. Bien por toda la gente que se atreve a explorar, a experimentar sus deseos y sus placeres. Porque sólo el que busca encuentra. Pero eso si, cuando la verdad, la honestidad y la buena vibra van por delante y por detrás, todo mundo sale ganando. Ja, ja, ja.
Si la vida es un juego, el sexo también debería de serlo. Sólo que aquí cada uno pone sus propias reglas. Porque como bien dijera Benito Juárez:
“El respeto al derecho ajeno es la paz”.
Y como mal digo yo… ¡“Cada quien puede hacer con su …. un papalote! Ja, ja.
Ahora, no creo que el sexo sea el mayor placer. Es simplemente el más rico estallido del cuerpo. Pero somos mucho más que eso…
“El mayor placer en la vida es permitirse ser y dejar ser…”