Cuando quieras llorar, cuando quieras hacer una celebración de todo lo que llevas dentro, canta.
Cantar; esa manera tan fina de maquillar sentimientos y emociones para darles la belleza y armonía que en su momento no supimos darles…
Esas alegrías, esas tristezas, esos recuerdos, sueños y soledades. Hay momentos en los que nos llega la magia de poder observar nuestros sentimientos sin decidir si son “buenos” o “malos”, simplemente comprendemos lo necesario, avanzamos y celebramos cantando.
Porque la vida está hecha para vivirla y cantarla, no para controlarla y menos para juzgarla. Está hecha para llorarla y reírla, no para aguardar sentados en la apatía de la «supuesta» tranquilidad.
Quien sabe cantar, sabe hacer sentir, sabe inspirar, sabe conectarse con lo que lleva dentro, mostrar su vulnerabilidad y mostrarle a los demás lo que ellos no se atreven a vivir o simplemente, no saben cómo hacerlo.
Cantar es usar la respiración y el sonido para hacer la fiesta más grande capaz de alegrar a cualquiera.
Cantar es desahogarse, es sanar con arte, es entrar en un mundo en el que, sin miedo, podemos llegar hasta el fondo de quienes somos y presumirlo.
Es tener la suerte de reconocer que nos hemos atrevido a vivir y que no estamos vacíos por dentro.
Si tienes algo que sentir, disfrútalo cantando.